miércoles, 13 de mayo de 2009

Las series están de moda

Las tiras televisivas están en su mejor momento y la gran cantidad de fanáticos son buen reflejo de su éxito. Suspenso, drama y acción son las temáticas más elegidas por los platenses. Un fenómeno que, en los ´60, también se vivió y que produjo las hoy consideradas "series de culto"


Nada de esperar una semana para develar el misterio en el que terminó el capítulo anterior. Nada de horarios, tandas publicitarias y pérdida de segundos por alguna interrupción. La televisión les abrió la puerta; Internet las expandió por los foros y blogs de opinión; y el DVD, uno de los grandes últimos inventos en materia de reproducción audiovisual, hizo de las tiras televisivas una nueva adicción de jóvenes y adultos. El fenómeno de los "serie-adictos", cuyos efectos se expanden en el mundo entero, también llegó a la Ciudad para ganar "presas" platenses.

¿Por la calidad? ¿Por la trama? ¿Por los actores? Por lo que sea. La cuestión es que cada vez es mayor la oferta de este tipo de producciones audiovisuales. En el mismo sentido, aumenta la audiencia que, apenas tiene un tiempo libre, prepara el living, acomoda el sillón y, control en mano, se apresta a mirar varios capítulos de corrido de alguna de las series que se ganaron su atención. Como Fernando Bossi (24), que revee "cada vez que tiene tiempo" algún viejo episodio anotando en una libreta las situaciones fundamentales, son muchos los que tienen sus propias rutinas a la hora de acomodarse frente al televisor dispuestos a satisfacer sus necesidades de ocio.

Germán Sedano (32) trabaja en un locutorio en City Bell. Junto a sus compañeras comparten la misma pasión e intriga por "Lost". Los cuatro empleados se "pasan" las temporadas según el turno que le ha tocado sorteo mediante. El tiempo máximo que tiene cada uno, por ejemplo, para mirar los primeros 25 episodios del misterioso mundo en la isla, es de una semana. Eso provoca una ingesta de, por lo menos, 3 capítulos por día, excepto durante el fin de semana que es cuando, generalmente, se producen las "sobredosis". "He visto cuatro y hasta cinco capítulos seguidos (cada uno de los episodios dura, aproximadamente, 42 minutos). Lo que me provoca esta serie nunca antes me lo había provocado nada, ni siquiera una película. Es una cosa que no podés parar. Y entonces cada tiempo que tengo, me pongo a ver algún capítulo", asegura Gastón quien ya va por la cuarta temporada a la que llegó "de un tirón".

Si bien muchos aseguran que prefieren ver las series solos -para ir "estudiando"- hay otros que se juntan en grupos con un objetivo en común: ver capítulos. Como otros se reúnen a jugar a la Play, ellos no se ruborizan cuando confiesan cuál fue el plan de la noche anterior. "Normalmente, el día posterior a la emisión del episodio en Estados Unidos, y después que lo descargamos (bajan gratis de Internet), nos juntamos con pizza o empanadas de por medio, para ver el capítulo de la semana. Está bueno porque no sólo te permite compartir el fanatismo sino que vas parando a cada rato el DVD o la PC para ir hilando la historia con lo que sucedió antes; o bien para dar una interpretación sobre lo que vimos", relata Fernando quien también cuenta que "a veces no te podés juntar y las terminás mirando solo; y otras veces te gana la ansiedad y lo miras a escondidas antes de reunirte con tus amigos. Lo bueno es que después te ponés a chatear con tus "colegas" sobre la serie y ahí se arma la gorda`".

Algunos las alquilan; otros las bajan de Internet, las graban y las comparten y otros (los menos) las compran originales. La mayoría, sin embargo, se nutre de la piratería que, en cada esquina, despliega una gran variedad de títulos a precios bajos y de mediana calidad. Las alternativas son muchas y los fanáticos conocen todas las estrategias para no quedar fuera de este "boom" que cada vez se expande más.

Qué miran y por qué

Perdidos, perdidos, perdidos. Los platenses parecen estar perdidos por "Lost" y el misterio que ronda a los pasajeros del vuelo 815 y a la isla en la que sobreviven tras un trágico accidente. Es la serie norteamericana que, según respondieron en la mayoría de los video clubes locales, piden en sus negocios. Seguidas por el huraño "Dr. House", y sus particulares métodos de curación, y por aquellos "Héroes" que, siendo personas "comunes" se dan cuenta que poseen grandes habilidades sobrehumanas. Misterio, suspenso y ciencia ficción, varios de los condimentos que generan adicción.

Para muchos entendidos de las producciones audiovisuales, las series televisivas han dejado de ser un arte menor para pasar a estar a la par de muchas realizaciones cinematográficas. Precisamente porque "no tienen nada que envidiarle" al séptimo arte. Para especialistas de la altura de Stephen King, por ejemplo, "nunca hubo nada parecido a Lost en TV. Nadie había captado así la imaginación del espectador desde "Dimensión desconocida" y "Los expedientes secretos X" . La trama es terriblemente simple -48 sobrevivientes a la caída de un avión atrapados en una isla tropical-, pero los estándares de producción son altísimos y los personajes atrapan. Lost proyecta una sensación genuina de pavor y misterio, lo que la hace inusual en un medio signado por el aburrimiento y lo predecible".

Pero, volviendo al plano local, ¿qué es lo que los atrapa? Angela Juárez (26), periodista, se inclina por las series que contengan "guiones pensados": "me gusta que la trama sea el producto de una investigación previa y no como la última película de Indiana Jones que tiene mil errores". Para Leandro Cantelli (28), en tanto, "las argumentaciones e hipótesis que se generan en el misterio de la trama resultan atrapantes. También la diversidad de personajes juega contra el aburrimiento. Simplemente, uno se hace adicto a ella", asegura este platense.

Shuel Duo es estudiante de cine en la facultad de Bellas Artes. El se inclina por series como "Friend", "Frasier" y "Two and a half men" porque, principalmente, "son comedias bien trabajadas, con buenos actores, que cumplen bien el rol de "hacer reir" usando algo más que la típica herramienta norteamericana, la famosa "risa de fondo"; ya que estas series pueden prescindir totalmente de ella. "Dr. House" y "Six Feet Under", básicamente, me gustan por "el drama real". Creo que son series muy jugadas y muy fuertes ya que poseen intriga y emoción pero del día a día. El sobrevivir en una sociedad, en una familia o en un hospital; el convivir con otra gente, las relaciones, las metas y los problemas personales como algo totalmente normal. Se genera una tensión con situaciones que nos podrían pasar a cualquiera. Son series a las que no les hace falta encerrar a todos los protagonistas en una isla desierta o llenarlos de súper poderes o ponerlos en una posición política anti terrorista para crear ese efecto".

La mafia es un tema que siempre está de moda. En relación a esto, "Los Soprano" (1999-2007) se convirtió en otra de las series más elegidas. La historia de Tony Soprano, un hombre que debe repartir su vida entre su familia de sangre (una mujer ama de casa y dos hijos adolescentes a los que mantiene con su visible negocio en New Jersey) y otra familia escondida compuesta por un grupo de hombres, que lo seguirían al fin del mundo si fuera necesario, se convirtió en un éxito incuestionable. "Es un trabajo realizado con mucha inteligencia y calidad. Y eso es lo que busco a la hora de ponerme frente al televisor. Como pasa en muchas películas de gangsters, los buenos productores saben cómo romantizar a aquellos mafiosos para que uno los termine ´queriendo´. Este sentimiento, seguramente se produce porque, como es mi caso, en varias oportunidades me siento identificada con algunos valores y maneras de pensar. Por eso elegí esta serie; además de mi eterna fascinación por el género mafioso", relata Emilce Bozic (27), técnica en producción de radio y televisión egresada del Iser de La Plata.

Para Germán Kruger (23), lo que importa, es la trama. "En general priorizo la trama de las series. Las "sit com" (comedias de situación) son más fáciles de seguir porque no hay correlatividad en los capítulos y cada media hora es un programa diferente. Las series de una hora las miro, cuando tengo tiempo, por una cuestión conceptual en cuanto a los temas que tratan: las relaciones interpersonales, el fracaso, la familia, el amor, la amistad, etc. Cuestiones con las cuales me identifico y no me son ajenas; el acercamiento con la realidad - desde cualquier punto de vista - y su tratamiento", manifiesta este platense, profesor de inglés.

"Lo mejor es la actuación del protagonista y cómo se mantiene la tensión y el suspenso capítulo a capítulo", explica Facundo Mowkzan (25), estudiante de cine de la UNLP, las razones por las que elige "24" (2001-actualidad) como una de sus series preferidas. Esta tira narra la vida de Jack Bauer (Kiefer Sutherland),un agente federal de la unidad antiterrorista de Los Angeles. Combinando acción y dramatismo, sus creadores introducen una nueva forma en la cual se observa la acción en tiempo real. Cada una de las temporadas está compuesta por 24 capítulos -de una hora de duración- que conforman un único día.

Series de culto

A pesar de no tener la calidad tecnológica que hoy caracteriza a la audiencia del siglo XXI, en la década del ´60 surgieron las primeras tiras televisivas que, décadas después, se convertirían en verdaderas series de culto. Si bien no existía la posibilidad de mirarlas en los huecos que cada uno tenía en su cotidianeidad, las ciudades "se paralizaban" en los horarios de algunas series semanales. Muchos testigos presenciales de ésa época aseguran que "había citas obligadas en ciertos días y horarios que nadie se quería perder".

Siguiendo la línea cronológica, una de las primeras tiras que consiguió muchísimo reconocimiento fue "Bonanza"; esta serie, de origen norteamericano, supo cómo mantenerse en la pantalla chica desde 1959 hasta 1973. Creada por David Dortort y ambientada según las características que un western necesitaba, la tira fue una de las primeras de una hora de duración filmada en colores.

Ciencia ficción, fantasía y terror. Tres de los condimentos que aquella mítica "Dimensión Desconocida" reunía para convertirse en todo un verdadero éxito. También lanzada al aire en 1959 y hasta 1964, con un total de 156 episodios repartidos en cinco temporadas, Rod Serling -su creador- se las ingenió para mantener cautivo a una gran franja de la audiencia con esos finales sorprendentes. Dos revival de la tira entre mediados y fines de los ´80, una película, series radiofónicas, comics, revistas y una infinidad de consecuencias se realizaron a causa de su popularidad.

Entre 1963 y 1967, la idea del norteamericano Roy Huggins copó la pantalla chica. "El Fugitivo", con cuatro temporadas de treinta capítulos cada una, se convirtió en una de las series más populares a nivel internacional. Su protagonista, David Janssen, por su rol como "Richard Kimble" se ganó el estrellato. En el 2000, Harrison Ford y Tomy Lee Jones estrenaron en Hollywood la versión cinematográfica de la tira.

Comedias míticas en sí mismas, sin dudas, fueron, son y seguirán siendo "Los Locos Addams" (1964-1966) y "El Súper agente 86" (1965-1970). Creada, la primera, en 1937 por el dibujante Charles Addams para una tira cómica de periódico, treinta años después se emitió en televisión por la cadena ABC. Fueron 64 capítulos, de 25 minutos cada uno, que todavía se siguen transmitiendo en algunos canales de cable. "El Súper agente 86" nació como una parodia a las películas y series de espías de la época. Maxwell Smart y Bárbara Feldon se convirtieron en dos personajes que nadie, seguramente, podrá olvidar.

Hablando de inolvidables siempre quedará "Star Trek" o "Viaje a las estrellas". Estrenada en 1966, la popular serie de ciencia ficción, ambientada en pleno siglo XXIII, narra las aventuras de la nave estelar "Enterprise" y su tripulación, liderada por el capitán James T. Kirk, el Sr. Spock, y el oficial Médico en Jefe, Leonard Mc Coy. La misión principal de estos viajantes galácticos duró cinco años y estuvo dedicada a la exploración de mundos desconocidos, de nuevas vidas y civilizaciones, con la pretensión final de acceder a lugares donde nadie había podido llegar. Al principio esta serie no tuvo éxitos claros; pero, con el correr del tiempo, se convirtió en una de las series de culto, seguida por cinco series de televisión y diez películas, con una décimo primera producción que se estrenará el 8 de mayo de 2009. Es una de las pocas series que ha creado clubes de fans alrededor de todo el mundo.

"Los invasores", de Larry Cohen, también hizo lo suyo. Esta tira norteamericana y sus dos temporadas, entre1967 y 1968, hizo "delirar" a una gran parte de la audiencia con la trama de alienígenas queriendo conquistar la Tierra.

Entre las décadas del ´70 y del ´80, otras series también causaron sensación. Entre ellas, y por citar algunas, tiras como "Columbo", "Kojak", "Dallas", "Alf", "Baretta", "Starsky y Hutch", "Moonlighting", "V Invasión extraterrestre" y "Miami Vice", han dejado sus huellas.

Entrada la década del ´90, el fenómeno de las series de televisión seguía dando de qué hablar. Varias de las tiras de este período, ya son consideradas dentro de la categoría de "culto". Es es el caso de "Los Expedientes Secretos X" que, entre 1993 y 2002, se convirtió en una de las series con mayor éxito de la cadena FOX, la cuál combinó ciencia ficción y misterio de una forma innovadora: frente al detective serio, el creador Chris Carter decidió humanizar a estos profesionales a través de sus historias personales. Además, se rompió con la tradición del ayudante masculino al poner una mujer, donde se evitó el prototipo de la rubia perfecta. Fue así que los agentes del FBI, Fox Mulder y Dana Scully, desentrañaron los expedientes X - relacionados a experiencias con OVNIS o casos paranormales- que muchas veces tocaron los mecanismos del poder y las instituciones de la vida norteamericana. Tras 9 temporadas, 202 episodios de 43 minutos cada uno, 61 premios individuales de 24 agencias diferentes, incluyendo Premios Emmy, Globos de Oro, Environmental Media Awards y Premios del Sindicato de Actores, la serie culminó en septiembre de 2002.

Otra de las tiras hito de esta década es, sin dudas, "La niñera". Entre 1993 y 1999, Fran Drescher, una ciudadana judía de las clases populares de Queen que vendía cosméticos, copó los niveles de audiencia. Por un accidente, la despampanante nanny, terminó siendo la niñera de una familia adinerada de Nueva York. La serie se desarrolla, generalmente, en la mansión de Maxwell Sheffeild, en la que Fran convive junto al mayordomo -que conoce todos los pormenores- y la socia de Maxwell, C.C. Babcock. A estos personajes se le suma la madre de Fran, su abuela y Val, su mejor amiga, quienes le harán pasar momentos vergonzosos durante toda la serie. Tras seis temporadas continuadas y 146 episodios, es otra de las series que sirven para "rellenar" los baches televisivos con audiencia "asegurada".

Friends (1994-2004)

Fue una de las series más taquilleras de la última década que duró diez temporadas y que, en su emisión final, llegó a los 52,5 millones de espectadores. Basada en la vida de un grupo de seis amigos - Rachel, Ross, Chandler, Phoebe, Joey y Monica- en la cosmopolita Nueva York, son el reflejo de la realidad social de la clase media estadounidense a la que, sutilmente, realizan una crítica con humor. Friends es el típico grupo de amigos que sólo busca divertirse pero que esconde historias reales y conflictivas en su pasado; además se narran las vinculaciones amorosas entre ellos que no siempre terminan mal. (De hecho, el capítulo final es la consumación de los ires y venires en la relación entre Rachel y Ross, durante las diez temporadas).

Héroes (2006-actualidad).

Sigue la historia de varios individuos normales que, repentina e inexplicablemente, desarrollan habilidades sobrehumanas como la telepatía, la telequinesis, el control del continuo espacio-tiempo o vuelo. La serie emula en gran parte el estilo y la recreación empleadas en las historietas de superhéroes, que consisten en un conjunto de episodios que condensan historias cortas acerca de los héroes y sus antagonistas, y que a su vez dan paso a una trama más amplia.

Prison Break (2005-actualidad).

Prison Break es una serie de televisión dramática estadounidense que estrenó la cadena norteamericana Fox el 29 de agosto de 2005. La trama de la serie gira en torno a un hombre sentenciado a la pena de muerte por un crimen que no cometió, y el elaborado plan de su hermano para salvarlo de la misma.

Weeds (2004-actualidad).

Ambientada en Agrestic, una ciudad californiana de ficción, la serie narra la historia de Nancy Botwin (Mary-Louise Parker), una madre de familia que, tras la repentina muerte de su esposo, termina vendiendo marihuana a sus vecinos del barrio residencial donde vive, sólo para poder mantener el nivel de vida de clase media al que estaba acostumbrada.

Nick/Tup (2003-actualidad).

Relata de la vida de dos cirujanos plásticos de Miami, Sean McNamara (Dylan Walsh) y Christian Troy (Julian McMahon), cuyas vidas se desmoronan a causa del estrés, la envidia, la lujuria y el crimen.

Sex and the city (1998-2004).

La vida y el amor de cuatro amigas (tres treintañeras y una cuarentona) es el eje de esta comedia que, con elementos dramáticos, supo cómo abordar importantes problemas sociales no sólo de la mujer. Carrie Bradshaw, periodista, explora el duro papel de ser soltera y sexualmente activa en el nuevo milenio.

Dr.House (2004-actualidad).

Esta serie se da en torno a la vida del doctor Gregory House, un personaje ególatra y de marcada personalidad, que sufre de un infarto en un músculo de su pierna lo que hace que consuma diariamente Vicodina, un opioide que le calma el dolor. Si bien es otra serie hospitalaria, lo más atrayente de la tira es la forma en que el Dr. logra descubrir las patologías más recónditas de sus pacientes: al mejor estilo Sherlock Holmes, utiliza métodos poco ortodoxos que le generan conflictos con sus colegas médicos.

REDACCION: Vilma Guillermina para diario EL DIA

martes, 5 de mayo de 2009

Desconstruir la educación

El infinito es símbolo exacto para expresar la cantidad de veces que las personas han intentado debatir y encontrar explicaciones a los procesos sucedidos en la modernidad y su relación (algunas veces de oposición, otras no tanto) con el mundo contemporáneo.
Esta vez, intentaré problematizar la cuestión desde los aportes dados por Sandra Carli (en “Los dilemas de la transmisión en el marco de la alteración de las diferencias intergeneracionales”) y Tomaz Tadeu da Silva (en “El proyecto educacional moderno ¿identidad terminal?”).
Antes de adentrarnos en el debate, me gustaría aclarar que mi construcción subjetiva de la realidad me dice que la educación es un proceso de cultura y sistema cultural y de allí que el carácter social del sistema educativo se concrete en la institucionalización de la función educativa de la comunidad. Sin embargo, mi construcción histórica/social, también me acota que el concepto de educación no es reductible al de escuela; sino que es necesario reflexionar acerca de aquellas prácticas que ocurren en otros ámbitos y que también contribuyen a la formación de los individuos.

Un recuento de la modernidad en América Latina
La modernidad es un concepto que puede entenderse, por ejemplo, como el proyecto de imponer la razón como norma trascendental a la sociedad. Surge en Europa occidental y, con el tiempo, se expande hasta volverse mundial. Este proceso, que atraviesa por diversas etapas, desemboca en la generalización del mundo de la mercancía y en la consolidación de los Estados modernos.
El esquema escolar de la modernidad obedece y sirve a la racionalidad de científica y técnico instrumental. La sociedad moderna, montada sobre el mito del progreso y con basada en la ética de empoderamiento sobre la naturaleza, necesitaba trabajadores calificados para lograr el dominio total del mundo.
Intentar decir todo sobre la modernidad -sobre la modernidad en América Latina-, sería una utopía. Se pueden trazar rasgos generales que permitan acercarse a la cuestión; pero no se ahonda en las particularidades si se pretende comprender globalmente este conjunto de historias, regiones, tradiciones, que conviven geográficamente. A pesar de la multiplicidad, es posible bosquejar cuestiones comunes que hacen a la diversidad. A partir de allí, se deberá comprender la modernidad como un discurso, una organización social que se convive y permea componentes como el sujeto, el tiempo, la institución, el espacio, la cultura.
La modernidad latinoamericana va a surgir de la organización social previamente establecida, de una tradición socialmente configurada. Es decir, a partir de sus propias dimensiones y experiencias, comprensión y explicación de la realidad o las realidades de la región se da la introducción a la problemática de la modernidad en América Latina. Esta modernidad no es igual que la europea; es híbrida, es fruto de mediación que tiene su propia trayectoria.

Postmodernidad, escolaridad y sociedad
Hay una serie de elementos, quizás, contradictorios entre el mundo escolar y el mundo social. En el mundo social actual, según Tadeu da Silva, se vive el presente intensamente. La televisión además de proporcionar el placer instantáneo, hace el espectador experimentar todo en el presente, sin importar cual es el período histórico a que el programa trasmitido se remite. El tiempo postmoderno es presente. Lo subjetivo está a frente de lo objetivo, lo personal frente a lo posicional, la seducción frente a la razón. Sin embargo, la escuela, entretanto, sigue presentando un tiempo lineal, acumulativo, histórico, la objetividad y la razón como ejes de su funcionamiento. La escuela sigue con el discurso puro, y la unicidad. Entretanto, actualmente la mezcla hace frente a la pureza, la pluralidad está en oposición a la unicidad. Estos valores producen otro tipo de subjetividad distinta de la subjetividad moderna e iluminista.
El rechazo sistemático del pasado, la tensión entre el tiempo real y virtual, la aceleración de los cambio tecnológicos, la mediatización de la vida social, la inmediatez del presente en el consumo, la regresión a formas sociales de vida que se desarticulan del cambio tecnológico, etc son, para Carli, rasgos de una experiencia social que pone en cuestión la relación de la escuela con los horizontes más amplios de la sociedad en su conjunto.
La escuela posee una suerte de relación desfasada con la sociedad, porque la identidad producida por los contenidos impartidos en su interior, todavía corresponde a la subjetividad eurocentrica, blanca y masculina.
El mapa cultural actual es plural, desde la postura de Tadeu da Silva, y resultante de la emergencia de una pluralidad de actores sociales como grupos minoritarios, movimientos feministas, etc. En todo ello, es importante problematizar el papel que los medios de comunicación jugaron al mostrar (o no) esa diversificación. Se podría decir que, la educación institucionalizada y su contenido impartido siguen siendo un reflejo anacrónico, de criterios y parámetros de un mundo social que no existe más.
Ambos autores coinciden en señalar que, la educación constituye mecanismos de producción y reproducción de las desigualdades sociales, de justificar algunas identidades y de negación de justificación de otras. Tadeu da Silva postula que no se transmite conocimiento o información de forma neutra pues está atravesado por relaciones de poder; mientras que Carli, afirma que, actualmente el aumento de las desigualdades sociales, y en particular el aumento de la pobreza profunda en el país, dificulta pensar el rol de la educación publica en la producción de una identidad cultural común.

Educación y generación
Según Sandra Carli, el problema de la transmisión en educación cobra importancia a raíz del deterioro de los vínculos entre las generaciones. La noción de transmisión es tomada por esta autora como la relación entre adultos y niños/jóvenes, que se ve erosionada por efecto de los cambios en los lazos básicos relacionados con la crianza y con la educación. Para ella, actualmente se dan nuevos tipos de lazos intergeneracionales que se configuraron en un contexto que ha combinado procesos de globalización, ajuste estructural y aumento de la pobreza.
Según Tomaz Tadeu da Silva educar implica un diálogo entre dos generaciones. Lo que conlleva una transmisión y adquisición de un discurso, que es socialmente construido y construye la realidad. Según este autor para el post modernismo, la realidad no existe objetivamente, sino que es construida a través del discurso. Por lo tanto, la educación es la transmisión de un discurso victorioso que posibilita esta realidad. Cualquier discurso (incluido el discurso del proyecto educacional vigente) es interesado, transmite una visión del mundo y está vinculado con poder y el mantenimiento de un determinado orden. Por lo tanto, el lenguaje no es un medio transparente y neutro de representación de una realidad, que "existe" independientemente de ella, sino es aquél que crea y recrea "la" realidad interesada.
En cuanto a la relación entre generaciones, Carli apunta que se da una inversión de la relación: disminución de distancia óptima, erosión de ideas de autoridad clásicas. Esto parecería poner en riesgo el proceso de transmisión cultura: Mas, vale aclarar que, la relación entre las generaciones está siempre afectada por la contingencia. Las identidades generacionales son producto de una construcción histórica.
La ideología es uno de los modos que el lenguaje constituye y produce el mundo social de una determinada manera. Hay un consentimiento, una aceptación de todos los miembros del grupo social, y consecuentemente está presente en rituales, prácticas, organizaciones espaciales, en el cotidiano del individuo.
La interrupción en la transmisión idéntica es lo que hace historia. En ese hecho/ lenguaje/ creación, según Carli, los jóvenes se diferencian, marcan las fronteras de su tiempo histórico, y a la vez señalan a los adultos las propias. Coincidiendo esta autora con da Silva, se plantea que es relevante cuestionar los discursos, las categorías; desconstruir, lo que no significa destruir.