martes, 14 de julio de 2009

Del descentramiento del saber escolar a partir de las oralidades y las visualidades como modos de configuración cultural de los sujetos




Si comunicar es compartir la significación, participar es compartir la acción. La educación sería entonces el decisivo lugar de su entrecruce. Pero para ello deberá convertirse en el espacio de conversación de los saberes y las narrativas que configuran las oralidades, las literalidades y las visualidades. Pues desde los mestizajes que entre ellas se traman es desde donde se vislumbra y expresa, toma forma el futuro.
Jesús Martín Barbero


La idea de cultura surgió como tentativa de unificar los argumentos de legitimación del poder burgués sobre el sentido. Este es el significado que cotidianamente se supo dar a la palabra “cultura” durante la modernidad, para poder separar la historia y las practicas sociales y al mismo tiempo aunar todo en una sola cultura.
Sin embargo, hoy podemos afirmar que todos los sujetos poseen un cierto tipo y cantidad de cultura que se adquiere a través de la familia, del grupo de pares y de la escuela u otras instancias socializadoras. Esto se da pues existe, como diría J.M. Barbero, un nuevo modo de relación entre los procesos simbólicos –que constituyen lo cultural- y las formas de producción y distribución de los bienes y servicios. Es decir que, el saber está escapando de los lugares anteriormente legitimados como espacios de producción/ reproducción/ control de conocimiento.
Los Comunicadores/ Educadores debemos reconocer que existe un descentramiento del saber escolar. No podemos negar que se están dando un conjunto de procesos y experiencias que afirman que la circulación de saberes por fuera de los libros, en una dirección de aprendizaje que no es lineal ni vertical. Al plantearse la educación desde la perspectiva de la cultura, se supone la selección y transmisión de significaciones, su asimilación en cada agente que se incorpora a ella.
Corriéndonos un poco de la mera teoría, si vociferamos en cuanta aula encontramos la pedagogía crítica. Nuestro posicionamiento critico, frente a lo que está institucionalizado, no se reduce a un conjunto de metodologías áulicas. De lo que se trata es una toma de partida ante la realidad social que nos atraviesa como actuales alumnos y futuros trabajadores de la educación.
Ya bien lo expresó Jesús Martin Barbero, al plantear que “comunicar es compartir la significación” y de allí que “participar es compartir la acción”. Aquel Comunicador/ Educador que no comprenda la tarea pedagógica como un accionar transformador, se transformará en "pedagogo" de laboratorio. La formación no es primero teórica y luego práctica, sino que existe un diálogo entre los momentos en el proceso de construcción de conocimiento.
Toda práctica educativa es en sí productora de sujetos, a partir de la mediación de otros sujetos. Al plantearse la educación desde la perspectiva de la cultura, se supone la selección y transmisión de significaciones, su asimilación en cada agente que se incorpora a ella. Es a través del proceso de apropiación de la cultura que la misma se reproduce y se transforma. Y esto se da en la cultura escolar porque es allí donde surge el intercambio de significados que estructura la institución escolar. En pocas palabras, la escuela produce cultura.
La pedagogía y la comunicación son un todo indivisible, todo proceso comunicacional está mediado por un proceso formativo, en el que la cultura y la educación son los elementos rectores. El saber escolar esta repleto de fronteras borradas entre disciplinas y el entrecruzamiento con el “saber común” y la información mediática. La cultura emerge como una zona de confluencia dialéctica entre disciplinas y medios, por un lado, y mediaciones, por el otro. El proceso de escolarización se desarrolló durante la modernidad a la par del desplazamiento desde las culturas orales a la lógica escritural, desde el “mero estar” al “ser alguien” y desde las diferentes racionalidades al disciplinamiento social.
No olvidemos que nuestro mayor ámbito de acción (en cuanto a dictado de clases), será un espacio poblado por estudiantes de nivel secundario/ polimodal que conocen varios materiales escritos, el estimulo de los medios masivos es alto, la imagen impresa o electrónica es más que conocida y la comunicación oral es, llamativamente, también parte de su contexto cultural. Será en el campo de la acción donde palparemos las competencias orales, escritas y en imágenes, con una fuerte presencia de los estímulos electrónicos de comunicación.
Si esta postura fuese la que imperase en los Comunicadores/ Educadores, no se estaría dejando de lado la cultura letrada ni mucho menos. De lo que se trataría es de reivindicar la existencia de una cultura oral y/o visual.