Florencio Varela
“A mi me queda el recuerdo de que fue un héroe”
La esposa de Evaristo Mendieta junto a su hijo de 2 años. Recuerdan a otra de las victimas varelenses que perecieron en el siniestro de Cromagnon.
Evaristo Mendieta, tenía 39 años, vivía en Bosques, hacia 2 meses que trabajaba como seguridad en Republica Cromagnon, empleo que le había conseguido un vecino del vecindario. La alegría de un trabajo para Evaristo, se centraba en que, por aquellos meses, diciembre del 2004, había sido nuevamente papá de un varoncito. El entusiasmo por el crecimiento de la familia se ennegreció con su fallecimiento en la tragedia de Once.
Su última esposa y madre de su hijo, Patricia Barreto, recuerda que tomó conocimiento del accidente en Cromagnon, al día siguiente de lo sucedido, cuando su hermano se acercó a su casa buscando a Evaristo para ir a realizar la changa que juntos realizaban los días sábados.
La tristeza se introdujo en la joven madre, quien enfrenta la crianza de Juan Ignacio Mendieta sola. El infante de tan solo 2 añitos había nacido en el mes de septiembre del 2004, y que hasta el día del fallecimiento de su padre estuvo en brazos y fue la chochera de Mendieta.
Según Patricia, su esposo “necesitaba una changuita, porque había nacido el nene y se fue a trabajar con Bordón a Cromagnon. Recuerdo que estaba contento por el trabajo nos servia para el nene”. Asegura que “Evaristo le comentaba que en el local actuaban grupos de rock, pero nuca me habló de problemas allí adentro”.
Los recuerdos de Evaristo producen en los habitantes de la humilde casa de la calle Manuel de Falla y Cap devilla, una gran tristeza que se entrelaza con el orgullo y el reconocimiento de sus acciones. Según su familia, Mendieta habría sido una de las tantas personas que ingresaron, en varias oportunidades a Cromagnon para socorrer a los jóvenes, que inhalaban el oscuro humo de las medias sombras del lugar.
Luis Marcelo González, fue quien le comunicó a Patricia, que en el lugar donde trabajaba su esposo se había producido un accidente. La tristeza de un cuñado se ve en los ojos del joven, quien al momento de ser entrevistado demostró que la perdida de Evaristo se siente no solo entre los más cercanos, sino entre los vecinos.
“Mi cuñado era una gran personas, que daba mucho de si para con otros, cada día se lo extraña, más en esta fecha que nos vienen los recuerdos a la mente” afirmó Luis González. Comenta además que junto a Mendieta eran más que cuñados, porque juntos llevaban adelante changas para alimentar a sus familias”.
SIEMPRE EN SERVICIO
Evaristo Mendieta, era conocido en la zona de Bosques, por su participación en el destacamento de bomberos de la zona. Una placa de bronce con su nombre figura en las instalaciones de los bomberos voluntarios de la región.
Al saberse de su desaparición física dentro de Cromagnon, sus restos fueron velados en el destacamento que tanto amaba, pero que por sus edad había tenidos que dejar. Aseguran sus más allegados, que al enterarse de la tragedia “me sentí orgullosa de èl porque murió haciendo lo que le gustaba, siendo bombero, salvando vidas” afirmó Patricia Barreto. La esposa del ex bombero, comenta que los recuerdos de su esposo siempre están presentes, más al ver a su pequeño hijo Juan Ignacio de 2 añitos, quien se parece físicamente a su padre. La mujer afirma contarle en cada marcha que se realizan por las victimas de Cromagnon, que “tu papá estuvo salvando vidas y que por esa razón es un orgullo para ellos”.
“A mi me queda el recuerdo de que fue un héroe”
La esposa de Evaristo Mendieta junto a su hijo de 2 años. Recuerdan a otra de las victimas varelenses que perecieron en el siniestro de Cromagnon.
Evaristo Mendieta, tenía 39 años, vivía en Bosques, hacia 2 meses que trabajaba como seguridad en Republica Cromagnon, empleo que le había conseguido un vecino del vecindario. La alegría de un trabajo para Evaristo, se centraba en que, por aquellos meses, diciembre del 2004, había sido nuevamente papá de un varoncito. El entusiasmo por el crecimiento de la familia se ennegreció con su fallecimiento en la tragedia de Once.
Su última esposa y madre de su hijo, Patricia Barreto, recuerda que tomó conocimiento del accidente en Cromagnon, al día siguiente de lo sucedido, cuando su hermano se acercó a su casa buscando a Evaristo para ir a realizar la changa que juntos realizaban los días sábados.
La tristeza se introdujo en la joven madre, quien enfrenta la crianza de Juan Ignacio Mendieta sola. El infante de tan solo 2 añitos había nacido en el mes de septiembre del 2004, y que hasta el día del fallecimiento de su padre estuvo en brazos y fue la chochera de Mendieta.
Según Patricia, su esposo “necesitaba una changuita, porque había nacido el nene y se fue a trabajar con Bordón a Cromagnon. Recuerdo que estaba contento por el trabajo nos servia para el nene”. Asegura que “Evaristo le comentaba que en el local actuaban grupos de rock, pero nuca me habló de problemas allí adentro”.
Los recuerdos de Evaristo producen en los habitantes de la humilde casa de la calle Manuel de Falla y Cap devilla, una gran tristeza que se entrelaza con el orgullo y el reconocimiento de sus acciones. Según su familia, Mendieta habría sido una de las tantas personas que ingresaron, en varias oportunidades a Cromagnon para socorrer a los jóvenes, que inhalaban el oscuro humo de las medias sombras del lugar.
Luis Marcelo González, fue quien le comunicó a Patricia, que en el lugar donde trabajaba su esposo se había producido un accidente. La tristeza de un cuñado se ve en los ojos del joven, quien al momento de ser entrevistado demostró que la perdida de Evaristo se siente no solo entre los más cercanos, sino entre los vecinos.
“Mi cuñado era una gran personas, que daba mucho de si para con otros, cada día se lo extraña, más en esta fecha que nos vienen los recuerdos a la mente” afirmó Luis González. Comenta además que junto a Mendieta eran más que cuñados, porque juntos llevaban adelante changas para alimentar a sus familias”.
SIEMPRE EN SERVICIO
Evaristo Mendieta, era conocido en la zona de Bosques, por su participación en el destacamento de bomberos de la zona. Una placa de bronce con su nombre figura en las instalaciones de los bomberos voluntarios de la región.
Al saberse de su desaparición física dentro de Cromagnon, sus restos fueron velados en el destacamento que tanto amaba, pero que por sus edad había tenidos que dejar. Aseguran sus más allegados, que al enterarse de la tragedia “me sentí orgullosa de èl porque murió haciendo lo que le gustaba, siendo bombero, salvando vidas” afirmó Patricia Barreto. La esposa del ex bombero, comenta que los recuerdos de su esposo siempre están presentes, más al ver a su pequeño hijo Juan Ignacio de 2 añitos, quien se parece físicamente a su padre. La mujer afirma contarle en cada marcha que se realizan por las victimas de Cromagnon, que “tu papá estuvo salvando vidas y que por esa razón es un orgullo para ellos”.
