martes, 16 de septiembre de 2008

Mínimo aporte al “Análisis institucional”


Es difícil redactar un texto sobre el análisis institucional (o por lo menos, un acercamiento a su principal concepto y renombrados autores que aportaron al mismo), sin caer en el recitado típico de todo comunicador social como es la cita a Louis Althusser o Pichon-Rivière (sobre todo para los argentinos).
Dado que el texto que sirvió de puntapié a este escrito es El análisis institucional de René Lourau, vale dar algunos rasgos de lo que era para él la “institución”. Este catedrático francés, quien falleció 11 de enero del 2000 cuando regresaba de una intervención institucional, sostiene que la institución no es algo que pertenece a la superestructura, sino que forma parte de la base social misma. Para él, la institución opera como lugar de un conflicto entre las fuerzas instituyentes y las fuerzas instituidas, en un permanente juego de fuerzas que da cuenta del movimiento institucional en el proceso de institucionalización.
Para ejemplificar, contrastar y afirmar su postura, en Capitulo I del El análisis institucional, Lourau enumera a varios pensadores que contribuirán al concepto de “institución”.
El aporte de Rousseau
Antes de Jean Jacques Rousseau, la Institución era concebida en relación a la referencia divina. Su herencia de pensador radical y revolucionario está probablemente mejor expresada en su más célebre frase, contenida en El contrato social: “El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”.
Con Rousseau, el Estado no se legitima a partir de lo Divino, sino a partir de la gesta del pueblo, el pueblo es el que modifica lo que existe y crea algo diferente, es el que instituye. Para él, si entre un grupo de hombres no hubiera ningún interés común a todos, que los pueda unir, seria imposible pensar en la sociedad civil y menos en un contrato social fundante de un Estado.
La institución proviene de un acto social. El pueblo instituye nuevas formas sociales, protagoniza un acto social que trae como consecuencia a las instituciones
Hace referencia al pueblo o el príncipe (ningún espíritu divino, ninguna idea sobrenatural) y ambos son acontecimientos sociales, aunque surja la dificultad de entender quien instituye a quien, o quien es primero y quién segundo. Rousseau basa su explicación en la idea que debe haber un acuerdo o pacto que estabilice las relaciones sociales.
Las tesituras de Hegel, Renard y Hauriou
El tiempo de la institución en la filosofía tiene su momento decisivo con Hegel, dado que este propone al estado, la familia y la propiedad, (pilares de la modernidad), como la encarnación del desarrollo del espíritu, de la idea. Es La institución como resultado de la evolución del espíritu o de la razón.
A su tiempo, Houriou dirá que el matrimonio es una institución social que reposa en una trama subjetiva sobre los sentimientos afectivos del marido y la mujer, de los padres y los hijos.
Al concebir a los seres humanos y a las instituciones en su verdadera interdependencia. Hegel rechaza la teoría de la legitimidad fundada en el contrato social, porque el individuo adquiere autonomía sólo cuando se reconoce a sí mismo como ser social, en condición de dependencia mutua, vinculado por una ley moral que lo obliga a reconocer la personalidad de los otros.
El estado sería la encarnación del espíritu absoluto, su punto de máximo desarrollo o de máxima reflexividad y esta encarnación social del espíritu absoluto le permite la máxima conciencia de sí. En el Estado Moderno se unen y concilian la voluntad libre (subjetiva) y el fin ultimo de la historia universal configurándolo que Hegel llama “el mundo moral”. Las leyes de la moralidad son lo racional mismo.
Este autor -quien fuese testigo de la Revolución Francesa, las guerras de expansión napoleónica y el proyecto imperial francés- considera al libre mercado como institución nuclear de la sociedad civil, y al capitalismo como consecuencia ineludible de la distinción entre sociedad civil y Estado, y necesario instrumento de continuidad social.
La burocracia seria la clase social, que no tiene intereses de clases (ni de la clase sustancial ni de la clase industrial) sino que tiene intereses universales. Depende de esta clase el mantenimiento del Estado, en tanto representa al interés universal, destacando que desde su universalidad incluye a lo particular.
Para él, la institución es una mediación “inconsciente”. El sujeto no está dado antes de la institución ni a pesar o en contra de ella, sino que se da en tanto es instituido. El vinculo social que liga esos accidentes para constituir una sustancia es la “identificación de las personalidades”, que no es sino el espíritu moral objetivo.
Hauriou y George Renard, han realizado estudios especializados tendientes a determinar la naturaleza de la institución de la familia: mientras el primero, recalca el hecho de la idea de que el matrimonio es un "contrato", en oposición al planteamiento del matrimonio como "institución".
Después de los estudios de Hauriou -cuyo mas notable continuador es Renard- en torno a la teoría de la institución, resulta ya muy clara la verdadera naturaleza jurídica de la familia.
Hauriou llamó la atención sobre el hecho de que ciertas vinculaciones jurídicas no se explican satisfactoriamente por la idea del contrato o de la simple norma objetiva. Son elementos sociales cuya duración no depende de las voluntades individuales de sus integrantes y que la ley misma no puede desconocer; colocadas entre los individuos y es Estado, sirven a intereses de grupos; tienen una vida propia, una organización y una autoridad al servicio de sus fines.
Para designarlas se ha elegido la palabra “institución”. Casi un siglo después de que Hegel expusieras sus ideas, Maurice Hauriou vio a las instituciones sociales como productos del poder creativo de la humanidad. Este autor, las divide en dos categorías: Institución personas y la Institución corporativa. Para él, la operación de fundación de dichas instituciones constituye el fundamento de la sociedad y del Estado.
De hecho, Hauriou dedicó, la mayor parte de su atención a su primera categoría de institución – personas. De este modo, las instituciones comprenden tres elementos: La idea de la obra o empresa que se realizará de un grupo social; el poder organizado que pone al servicio de esta idea para su realización y; las manifestaciones de comunión que se producen en el seno del grupo social con respecto a la idea y su realización.
Teniendo en cuenta esto, se puede llegar a la conclusión de que, para Hauriou las instituciones nacen, viven y mueren jurídicamente pues han nacido gracias a los actos de fundación; tienen una vida que es a la vez objetivo y subjetivo; y mueren jurídica en los actos de disolución o abrogación.
Es por eso que afirma Renard que, “el hombre puede pertenecer, y en verdad pertenece, a una cantidad de instituciones independientes unas de otras”. La institución puede ser per percibida al mismo tiempo como totalmente real o totalmente imaginaria. Es simbólica, productora de símbolos sociales.
“No hay institución sin instancia instituyente” en tanto que “La institución es algo que se mueve”
La fundación “es un parto jurídico”. Fundar “no es lo mismo que obligar” bajo la presión de la ley. La idea de institución se formula en la sociedad con anterioridad al consenso de los órganos de poder. Lo que produce el “acto instituyente” mediante la “fundación” es la fundamentación desde lo jurídico, es una idea de la sociedad surgida en un momento histórico determinado. “Las manifestaciones de comunión” (o consenso) introducen al concepto de institución de Hauriou, la función de la “subjetividad”. “La fundación es una operación subjetiva” –dice él- y agrega es una crisis de comunión de voluntades fundadora, en cuyo transcurso, la “idea” de la obra pasa al estado subjetivo de los adherentes.
El acto instituyente es siempre un acto colectivo, y tal realidad demanda tener en consideración la subjetividad y esclarecer la dimensión inconsciente de la institución. Es necesario interrogar la dimensión inconsciente de la institución, a las ideas, las nociones que perviven de modo inconsciente en los sujetos y que influyen en su juicio y en sus actos.
Esto es de suma importancia para los Comunicadores que pretendemos hacer intervenciones en instituciones ya que se debería tomar el momento universal desde que se privilegia la racionalidad y el consenso. Se trata de observar en lo singular, el movimiento permanente de entre lo particular y lo universal que dan lugar formas sociales visibles.
La capacidad instituyente, no puede ser reducida al estado o a su capa dirigente. La fundación exige el consenso: el acto instituyente es siempre un acto colectivo. Y tal realidad demanda tener en consideración la subjetividad y dilucidar la dimensión inconsciente de la institución.
Como sintetiza Lourau, “la institución es represión y consenso indisolublemente ligados”, lo que hace se este en continuo movimiento.

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