martes, 14 de octubre de 2008

TIEMPOS MODERNOS




“Mi adolescencia fue en Buenos Aires, también pupila hasta los dieciocho años al igual que mis hermanas. Tengo lindos recuerdos… La enseñanza fue muy estricta, teníamos horario para todo: nos levantábamos a las seis de la mañana e íbamos a misa –porque era una escuela católica-, después desayunábamos, hacíamos cambio de uniforme, almorzábamos, nos cambiábamos otra vez el uniforme para ir a clase. A la mañana era todo castellano y a la tarde todo inglés. Eran las monjas del Misericordia, y eran muy exigentes y estrictas en la enseñanza”, Margarita Melín (65 años).

Como muestra Margarita, trataba de una organización en un sistema disciplinario, encargado del de las operaciones del cuerpo para garantizar el control de sus fuerzas y la imposición de la docilidad-utilidad. La elaboración temporal de las actividades se realizaba mediante la imposición desde el exterior de programas y ritmos colectivos. Estas secuencias se individualizaban para la utilización exhaustiva del tiempo es pos de producir mayor cantidad de movimientos para cada fuerza útil.

Las características que definen la individualidad tienen que ver con “los efectos que produce el disciplinamiento de los cuerpos, que se matiza y varia en cada ser humano con la consecuente autopercepción como un yo”[ii].

A lo largo del film “Tiempos Moderno”, se puede observar las rupturas en el sentido del tiempo. No solo se hace presente en la imagen del comienzo, donde se ve el reloj, sino a lo largo de todas las actividades que marcan un inicio y un fin de la realización de tareas de fabricación. Se pone de manifiesto el automatismo, que pasa a ser la vida, condenado a la reacción rápida de la rigidez de lo cotidiano.

Para ello, se construyeron sistemas estándar en los que, se descompusieron los movimientos generales en sus componentes elementales y se entendió a la velocidad y la aceleración de los movimientos humanos.

“Me acuerdo que Antonio, cuando murió Evita, se puso el luto para ir a trabajar. Le hicieron usar el luto riguroso, era obligación sino no entraba a trabajar”, Marta Ferretti (75 años)

Marta habla, sin ser del todo consciente, del significado del tiempo del luto. El tiempo pasa a ser objeto precioso y objeto de disciplina. Los nuevos hábitos respecto al tiempo son puestos en marcha por una multiplicidad de dispositivos desde la división del trabajo a los relojes, y las multas y los estímulos salariales.

Hasta mediados del siglo XX, la muerte de un familiar cercano obligaba a cumplir con una serie de normas muy estrictas, que parecían intensificar aún más el dolor por la pérdida del ser querido. Ante la pérdida de padres, esposos, hermanos o suegros, las mujeres siempre se han llevado la parte más rigurosa de todos los actos sociales. Eran el puntal de la tristeza familiar.

“En la escuela avisaron que era obligación portarlo durante un tiempo, a lo que el tío no accedió, porque creía que era muy pequeña, además de que era partidario de la UCR, enemigo eterno del Peronismo. La directora explicó que la orden era que todos debían eso y que sino quería tenia las puertas abiertas para poder sacarme de la escuela”, Alicia Oyarzabal (docente jubilada de 65 años).

A Alicia se la sancionó por pretender inmovilizando el curso de la sociedad, pero por sobre todo, porque la sociedad veía en ella todo lo malo que podría llegar a contener la flexibilidad de la mente y los cuerpos.

El uso de ropa negra y la eliminación de las alhajas para las mujeres eran normas de obligado cumplimiento. Los hombres, por su parte, también debían usar traje negro, siendo insustituible la corbata de ese color. El cambio más notorio en la vestimenta masculina llegó a finales de los años 30 y en la década de los 40. El negro total fue reemplazado por una ancha banda negra, llamada “brazal”, que se colocaba en la manga izquierda de la chaqueta.

Si bien es en el siglo XIX donde las fiestas jalonaban gran parte de la colectividad, el luto en este sentido sigue teniendo un peso cultural en America Latina. Un significado hibrido -pues viene de siglos atrás donde, en Europa se contrataba a las lloronas para derramar lagrimas por la perdida física de las personas cercanas y, por ellos, visualizar su dolor en el ropaje negro; y se practica con matizaciones en Latinoamericana-que demuestra que las masas contienen el doble sentido de controlar pero también de tener dentro al pueblo.

“Y…el dinero en casi todos los hogares que yo conocía alcanzaba. Los sueldos alcanzaban. No había tanta ambición ni tantas cosas modernas como ahora. La gente se conformaba, y la meta principal era tener el techo propio, la casa propia y trabajo estable (…) Había más tranquilidad y los ritmos de vida eran distintos. No se vivía tan rápido, tan vertiginoso como ahora, por lo menos en mi caso, yo desde campo se respiraba otro aire”, Nelida Maszzenzio, 76 años.

El hombre es en tanto fuerza de trabajo posea, como demuestra Nelida en su comentario. Se lo tiene en cuenta como un modo de relacionarse con “objetos físicos e ideas, y solo indirectamente con la gente”[iii]. Debe trabajar para vivir y al mismo tiempo procurar mantenerse vivo para trabajar. En la escena de la muerte del padre del personaje coprotagonista de Chaplin en “Tiempos Modernos”, puede notarse esto. El secreto de esta temporalidad esta en su moralidad, la del trabajo. Ella será, luego de ese fallecimiento parte de los improductivos, los marginales, de los peligrosos, de los inmorales que atacan a la sociedad entera; y por ello, deberá ser aislada en la prisión.

El proceso moderno de individuación consiste en la diferenciación y distinción del ascenso y el reconocimiento social, pero por sobre todo la “integración al sistema de interrelaciones sociales en consonancia con las condiciones –de normalidad y anormalidad- que este sistema impone” [iv].

En el film “Tiempos Modernos”, se muestra en su protagonista una pasión y deseo no rígidos que son fatales y en el caso de él, lo conducen a ser un hombre libre pero condenado a la indigencia y vagabundeo para siempre. Aún así, nunca deja de ser hombre, un ser humano. Se da una permanente lucha entre lo que la sociedad le dice que debe ser y lo que el quiere. En esa disputa se condensa la ansiedad del mundo de vivir libre, ese es el sentido del vagabundeo de Chaplin.

María Cristina Mata afirma que “desde las posibilidades de acceso a la educación y al disfrute de ciertos productos artísticos, a las posibilidades de vivir en condiciones habitacionales dignas y a poder disponer de tiempo libre, el terreno del consumo ha sido, tanto como el de la producción, terreno de distinción y exclusión social”.[v]

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